Shownotes
Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
(Lucas 23:34)
Las siete expresiones de Cristo en la cruz (1)
Muchas profecías bíblicas se cumplieron en una sola y corta semana. Dios había previsto todo esto con mucha antelación y lo había anunciado a través de los profetas. Sin embargo, los hombres que entregaron a Cristo para ser crucificado son totalmente responsables de su acto de maldad. El Mesías sufrió terriblemente cuando lo clavaron en esa vergonzosa cruz, y no solo físicamente. Sin embargo, ¡no salió ninguna queja de su boca! En lugar de eso, ¡Él oró por sus enemigos! Qué asombroso oírlo decir: «¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!»
Cincuenta días después, y teniendo como fundamento esta corta oración (que, por cierto, fueron las primeras palabras del Señor en la cruz), Pedro les dijo a los judíos que ellos habían matado al Autor de la vida, y seguido a esto les dijo que lo habían hecho en ignorancia (Hec. 3:15, 17). El mensaje de Pedro generó que tres mil judíos se arrepintieran ese mismo día, pues el Señor Jesús había comenzado una nueva obra –¡desde el cielo! Sin embargo, así como los líderes judíos rechazaron el ministerio de Cristo en la tierra –Él vino a lo suyo, y los suyos no le recibieron (Juan 1:11)–, de la misma forma rechazaron el testimonio de los apóstoles acerca de la resurrección de Cristo y su posterior exaltación a la diestra de Dios (Hec. 3 - 5).
Cuando Esteban testificó de estas cosas, él se convirtió en el primer mártir cristiano. Mientras era apedreado hasta la muerte, él oró por estos hombres perversos, diciendo: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado» (Hec. 7:60) y luego de esto «durmió» en Jesús. Esteban había comprendido que vivía en un día de gracia, y siguió el ejemplo de su Maestro. Sin duda alguna, la oración de Esteban fue el germen de la conversión de Saulo de Tarso –el fiero perseguidor de los primeros cristianos– quien estaba presente en la ejecución de Esteban. En este día de gracia, mostremos en palabra y en hecho que pertenecemos al Señor Jesús.
Alfred E. Bouter