Shownotes
David le dijo: “¿De quién eres tú, y de dónde eres?”. Y él dijo: “Soy un joven de Egipto, siervo de un amalecita; mi amo me dejó atrás cuando me enfermé hace tres días.”
1 Samuel 30:13 NBLA
Jóvenes en las Escrituras (10) – El joven egipcio (B)
David interrogó a un joven esclavo egipcio que había sido abandonado en el campo: “¿De quién eres tú?”. El joven fue honesto en su respuesta: “Soy un joven de Egipto, siervo de un amalecita”. Esto nos enseña que ser sinceros en lo que respecta a nuestra condición espiritual es muy importante en la historia de cualquier pecador. También nos muestra que no podemos tener una conversión silenciosa a Cristo, debemos confesar con nuestra boca (Ro. 10:9). Dios ama “la verdad en lo íntimo” (Sal. 51:6), “porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt. 12:34).
El joven confesó que había sido esclavo de un amalecita que lo había abandonado cuando enfermó. Todos somos siervos de un amo u otro; o servimos a Satanás o servimos a Cristo. No hay término medio. Pablo deja claro que solo hay dos amos cuando dice que somos “esclavos del pecado” o “siervos de la justicia” (Ro. 6:16-20). Satanás es un amo cruel, y cuando un esclavo suyo ya no le sirve, lo desecha, como vemos en esta historia.
El amalecita fue insensible hacia su siervo egipcio, ¡pero qué contraste vemos en David! A él le importaba el bienestar del joven. David era un buen amo y se preocupaba por las necesidades de sus hombres. Bajo el liderazgo de David, incluso aquellos que estaban demasiado cansados para ir a la batalla recibieron la misma parte del botín que aquellos que habían peleado (v. 24).
¡Qué esperanza para nosotros, que hemos cambiado de amo! Está escrito que Cristo repartirá el botín “con los fuertes” (Is. 53:12). Él pagó el precio para redimirnos y compartirá con nosotros los resultados de su victoria.
Brian Reynolds