Shownotes
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora… tiempo de destruir [derribar; NBLA], y tiempo de edificar.
Eclesiastés 3:1, 3
El Eclesiastés y el cristiano (7)
A veces se derriban edificios antiguos para construir otros nuevos en su lugar. En el ámbito espiritual, ambas actividades son igual de necesarias, cada una en su momento. Cuando Dios llamó al profeta Jeremías, describió su tarea utilizando estos dos términos: “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” (Jer. 1:10).
Cuando el enemigo trata infiltrarse en el pueblo de Dios, cuando la falsa doctrina busca ganar influencia, entonces es “tiempo de derribar”. Debemos mostrar resistencia contra los esfuerzos de Satanás y señalar con determinación cuales son las falsas enseñanzas, advirtiendo así al pueblo de Dios. Pero también está el precioso “tiempo de edificar” a los santos. Esta es una característica importante de las reuniones de iglesia, como muestra Pablo en 1 Corintios 14:12 y 26: “Procurad abundar en ellos (los dones espirituales) para edificación de la iglesia… Hágase todo para edificación”.
Necesitamos la ayuda y la sabiduría del Señor para discernir cuándo es el momento, por una u otra razón, de realizar estas actividades de forma equilibrada y bíblica. Existe el peligro de que estemos tan ocupados en “derribar”, oponiéndonos a las falsas doctrinas, que nos olvidemos de edificar a la Iglesia. Sin embargo, estar ocupados constantemente en lo negativo no es saludable para el creyente. Pero también existe el peligro de que estemos tan ocupados en “edificar” a los creyentes que no seamos capaces de discernir el peligro de las falsas doctrinas, hasta cuando ya sea demasiado tarde.
Gracias a Dios, hay un tiempo para ambas cosas, un tiempo para derribar y un tiempo para edificar. Oremos para que se nos conceda el discernimiento espiritual.
Michael Vogelsang