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Evangelio de Mateo Capítulo 20
21st June 2021 • Lecturas Bíblicas - Radio Gracia y Paz • Radio Gracia y Paz
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Shownotes

Los obreros de la viña

Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.

2 Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.

3 Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados;


4 y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.


5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.


6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?


7 Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo.


8 Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.


9 Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.


10 Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.


11 Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,


12 diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.


13 Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario?


14 Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti.


15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?


16 Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. 


Nuevamente Jesús anuncia su muerte

(Mr. 10.32–34; Lc. 18.31–34)

17 Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: 

18 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 

19 y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará. 


Petición de Santiago y de Juan

(Mr. 10.35–45)

20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. 

21 El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 

22 Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. 

23 El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. 

24 Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. 

25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 

26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 

27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 

28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. 


Dos ciegos reciben la vista

(Mr. 10.46–52; Lc. 18.35–43)

29 Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. 

30 Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 

31 Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 

32 Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 

33 Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 

34 Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron. 


RVR1960

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