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Jueves 22 de Febrero de 2024 / La ciudad de Abraham
22nd February 2024 • El Señor Está Cerca • Granos de Vida
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Shownotes


Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena… porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios… por lo cual Dios… les ha preparado una ciudad.

Hebreos 11:8-1016

La ciudad de Abraham

Caín construyó la primera ciudad de la tierra y la nombró “Enoc” en honor a su hijo. Años después del diluvio, Nimrod salió de Babel y fundó un imperio de varias ciudades. Varios cientos de años más tarde, Dios llamó a Abraham para que dejara su ciudad, Ur de los Caldeos, y se trasladara a donde él lo condujera. Por la fe, Abraham obedeció a Dios.

Ur era una ciudad hermosa y muy culta, pero estaba completamente entregada a la idolatría. Allí vivía Abraham cuando el Dios de gloria lo llamó para ir a una tierra que le iba a mostrar. Después de detenerse en Harán por un tiempo (hasta la muerte de su padre), Abraham siguió su camino, como un extranjero y peregrino, morando en tiendas como si estuviera en un país extranjero. Dios le había prometido que le daría esa tierra. Sin embargo, aunque tenía muchas posesiones y 318 siervos entrenados, que habían derrotado al ejército unificado de cuatro reyes, Abraham no realizó ningún movimiento para conquistar la tierra o construir una ciudad en ella. La única tierra que poseía era el campo y la cueva que compró para enterrar a su esposa cuando esta murió.

En la Epístola a los Hebreos, Dios nos dice lo que hizo que la vida de Abraham fuera tan diferente a la del resto de sus contemporáneos (¡y Dios quiere lo mismo para nosotros!). Él buscaba una patria mejor, una patria celestial, una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. Se ganó el profundo respeto de las personas que lo rodeaban, entre quienes vivía en separación. Ellos le llamaban “un príncipe de Dios entre nosotros” (Gn. 23:6). Dios lo apreciaba a él y a su forma de vida. Lo visitó, compartió sus planes con él y más tarde se refirió a él como su “amigo” (Is. 41:8). ¡Qué ejemplo es Abraham para nosotros!

Eugene P. Vedder, Jr.

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