Shownotes
Miércoles 12 de Abril
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
(Salmo 51:17)
Quebrantamiento
Alguien ha dicho: «Dios utiliza cosas rotas. Se necesita tierra arada para producir una cosecha, las nubes deben romperse para dar la lluvia, el grano debe molerse para hacer pan, y el pan se debe romper para dar fuerzas. Pedro, luego de llorar amargamente, regresó con mayor fuerza que nunca».
Piensa en todas las ocasiones registradas en las Escrituras en las que Dios quebrantó algo o a alguien para bendecir a otros. Solo cuando la fuerza natural de Jacob se quebró, cuando su cadera se dislocó en su lucha con Dios, él llegó al punto en que Dios pudo bendecirlo ricamente (Gn. 32:24-32). En su batalla contra Madián, los 300 soldados de Gedeón tenían cántaros en sus manos, los cuales escondían antorchas en su interior, y no fue hasta que los cántaros se rompieron que la luz pudo brillar para destruir al enemigo (Jue. 7:19-22). Después de romper el sello de su única vasija de aceite, la viuda comenzó a verter el aceite, y Dios lo multiplicó milagrosamente, de modo que la mujer pudo pagar sus deudas y tener suficiente para vivir (2 R. 4:1-7).
Solo después de haber quebrado su hermoso vaso de alabastro, lleno de nardo puro, perdiendo así su uso y valor, María pudo dejar salir el perfume que llenó la casa; y así Jesús fue honrado. Cuando Jesús estaba con las multitudes en Galilea, los cinco panes pudieron ser distribuidos solo después de que él los hubo tomado y partido, alimentando así a más de 5.000 personas (Mt. 14:19-21).
Hay algo milagroso en el quebrantamiento. Dios utiliza cosas rotas. Él puede usarnos de mejor manera cuando somos maleables en sus manos, permitiendo que el Alfarero moldee el vaso como mejor le parezca (Jer. 18:4).
Tim Hadley, Sr.