Shownotes
Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad. Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer. Huyó, pues, Jefté… y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él.
(Jueces 11:1-3)
Los jueces de Israel (20) Jefté (A) Un triste escenario
Israel nuevamente se olvidó del Señor y sirvió a los ídolos de las naciones de la tierra. En su ira, el Señor permitió que los filisteos y los amonitas los oprimieran por dieciocho años. Cuando los amonitas invadieron finalmente la tierra de Galaad, los israelitas quitaron sus ídolos, confesaron sus pecados y clamaron a Dios por ayuda. Los líderes de Galaad consultaron acerca de quién comenzaría a pelear contra sus enemigos: quien lo hiciera debía ser jefe sobre los habitantes de Galaad.
Entonces es cuando se nos presenta a Jefté, el hijo que tuvo Galaad con una ramera, quien además era líder de una banda de ociosos. Anteriormente, él había sido expulsado por sus hermanastros, los hijos de la esposa de Galaad. Sin embargo, a él se dirigieron los ancianos de Galaad, pidiéndole que fuera su líder contra los amonitas. Si bien Jefté aceptó a regañadientes, él pronunció todas sus palabras delante del Señor en Mizpa (v. 7-11).
¡Qué triste es cuando hermanos o hermanas en una familia cristiana (o medios hermanos, cuñados, etc.), o en una asamblea, no disfrutan de una buena relación entre ellos! Los motivos pueden ser diversos, pero no es inusual que el trasfondo sea la inmoralidad. Los celos también pueden conducir a la rivalidad y a la pérdida de afecto. Las consecuencias están destinadas a traer deshonra al Señor y a arruinar el testimonio individual.
«Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor». (1 Juan 4:7-8).
Eugene P. Vedder, Jr.