Shownotes
Tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.
(2 Reyes 2:14)
El Dios de Elías
Este fue un día largo pero memorable para Eliseo. Había seguido a Elías en un «recorrido histórico» de Gilgal a Bet-el, de Bet-el a Jericó, y de Jericó al otro lado del río Jordán. Por cerca de diez años él había servido a Elías y ahora estaba por ocupar el lugar de su maestro. Luego de ver a Elías ascender al cielo en un torbellino, Eliseo tomó el manto del profeta que se le había caído.
Eliseo dijo entonces algo que, a primera vista, suena un poco extraño para tal hombre de fe: «¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías?» Puede parecer una expresión de duda, pero no lo es. Él no dudó de la presencia de Dios, sino que estaba demostrándole a los hijos de los profetas que «el espíritu de Elías reposó sobre Eliseo» (v. 15). Al golpear las aguas y dividir el Jordán con el manto de Elías, él demostró que el Dios de Elías estaba realmente con él.
Cuando contrastamos la declaración de Eliseo con las palabras y hechos de los hijos de los profetas, extraeremos una lección muy instructiva. Luego que Elías fue arrebatado al cielo, ellos le rogaron a Eliseo que los dejara buscar a Elías en los montes o valles colindantes (v. 16-17). Predeciblemente, su búsqueda fue infructuosa, y por eso Eliseo les dijo básicamente: «Se los dije» (v. 18). Cuando un líder cristiano parte para estar con el Señor, muy frecuentemente los creyentes se sienten confundidos, e incluso se enojan, preguntándose: «¿Qué sucederá con la obra del Señor?» Buscan desesperadamente a un reemplazante. Los hijos de los profetas estaban preocupados por el paradero de Elías, pero Eliseo dirige nuestra mirada al «Dios de Elías», no al hombre. ¿Seguimos a un hombre de Dios o al Dios del hombre?
Brian Reynolds