A todos nos pasa, nos perdemos en nuestra cabeza y empezamos a ver los problemas o las situaciones como una verdadera tormenta. Nos comenzamos a ahogar en un vaso con agua y todo se viene para abajo. Si tan solo recordáramos que toda nuestra vida está en las manos de Dios y que Él tiene el control de todo, entonces no sufriríamos tanto, ahogándonos en ese vaso de agua.

Hoy quiero que platiquemos de nuestras vidas, de nosotras, y de como a veces, nos sentimos las dueñas y señoras de esta. Si tan solo recordáramos la libertad que viene de dejar nuestra vida entera, nuestros sueños y anhelos en las manos de aquel que nos ama tanto que dio su vida por nosotros.

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Dejemos todo en las manos del más amoroso. Un abrazo grande, Beatriz.