Shownotes
Nos perdemos la comunión con Dios y las bendiciones de Su mano porque instintivamente sabemos que no estamos vestidos para la ocasión. Nuestro pecado y vergüenza nos hacen sentir desnudos y expuestos, así que nos mantenemos alejados.
Así como los sacerdotes tenían que vestirse para la ocasión para encontrarse con Dios, nosotros también debemos vestirnos para encontrarnos con Dios y cubrir nuestro pecado y vergüenza, pero nuestra vestimenta no es una coraza o un efod, sino Cristo mismo (Gálatas 3:27).