Shownotes
Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, pueblo salvo por Jehová?
(Deuteronomio 33:29)
El propósito de Dios para el creyente
¡Cuán bueno es pensar en el cielo! No solamente como el lugar al que voy a entrar para descansar, ni siquiera como el lugar donde ya no habrá más pecado, sino pensar en el cielo como el lugar donde Dios tomará nuestros pobres cuerpos de barro, nuestras vidas miserables, y los hará resplandecer completamente con la gloria de su bondad, su gracia y su portentoso poder. Ese es el pensamiento del libro de Deuteronomio. Dios glorificado al final del camino, a pesar del fracaso de su pueblo en todos sus senderos.
Y entonces surge otro pensamiento en relación con la gloria de Dios. ¿Puedes pensar por un momento en Dios siendo glorificado, sin que su pueblo sea bendecido? ¡Imposible! No podemos pensar en gloria sin considerar nuestra bendición. De eso se trata la cruz. Es donde se manifiesta más plenamente la gloria de Dios. ¿Dices que allí se aseguró tu salvación? ¡Claro que sí! Pero esto se debe a que Dios fue glorificado. Glorificado con respecto al asunto del pecado; glorificado en la obediencia de su Hijo. En vistas de esto, reto a Satanás o cualquier otra potestad a que trate de impedir nuestra bendición en relación con aquella gloria.
En Deuteronomio 33 hallamos la bendición de las tribus. En el capítulo 32 se nos habla de su fracaso, pero particularmente del triunfo de Dios por sobre el fracaso del pueblo. Y, entonces, cuando Moisés hubo acabado de describir toda Su gloria, Dios pudo descender y bendecir al pueblo por medio de su siervo. Es igual con nosotros, y esta bendición es algo que nuestro corazón jamás podrá comprender totalmente –se trata de una bendición que se extiende hasta el mismo fin del Milenio, desde el más distante fin del tiempo hasta el extremo de los límites de los «collados eternos» (Deut. 33:15).
Este es el camino por el que vamos. Piensa en ello, viajero en el desierto, atravesándolo cansado y débil. Piensa que Dios se glorificará a sí mismo incluso de tus experiencias más miserables. Él nos va a bendecir, eternamente nos bendecirá.
W. Kelly