En el momento en que olvidamos el dolor de nuestro pasado y la redención de Dios, empezamos a crear dolor para otros a nuestro alrededor. Dios valora a la humanidad lo suficiente como para enviar a Su Hijo a morir para liberarla de la esclavitud de Satanás. Como tal, Él no apoya ninguna institución que esclavice a los hombres. Él obra en una sociedad rota para proteger Su preciada posesión, los seres humanos.

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