Shownotes
Cuando olvidamos quién es nuestro Dios, tomamos nuestras propias luchas con nuestras manos, y en el proceso nuestro orgullo nos destruye. Nuestro Dios ya ha ganado la victoria. La cruz y la resurrección lo demostraron. No hay nadie como nuestro Dios. La única respuesta correcta a un Dios como el nuestro es adorarle y servirle.
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