Shownotes
Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.
1 Pedro 2:9
El sacerdocio real
Los creyentes somos sacerdotes santos, pero también sacerdotes reales. ¿Qué es el sacerdocio real? Este sacerdocio claramente posee la misma naturaleza que el sacerdocio de Cristo según el orden de Melquisedec. El Señor, actualmente, ejerce su sacerdocio según el orden de Aarón. Se encuentra intercediendo por su pueblo, pobre y débil, mientras transita por el desierto de este mundo; ocupado de nuestras debilidades y enfermedades. Pero cuando ejerza su sacerdocio según el orden de Melquisedec, él no tendrá que enfrentarse con la debilidad, pues todo será total bendición a causa de su victoria.
Pero ahora, antes de que Cristo exhiba el sacerdocio de Melquisedec, él le dice a su pueblo: «Ustedes deben exhibir este sacerdocio, el cual será de bendición para todo el mundo en un futuro». Podemos manifestar este sacerdocio de diversas formas según el amor y la gracia de Cristo, buscando satisfacer toda necesidad, ya sea del cuerpo como del alma. Usted puede ser capaz de llevar un trozo de pan a una persona hambrienta, o visitar a un enfermo, o consolar a un corazón afligido, o llevar una palabra a una conciencia turbada: todo esto fluye del hecho de que usted es un sacerdote real, y así es como ejerce correctamente ese sacerdocio.
¿Qué es el sacerdocio según el orden de Melquisedec? Un sacerdocio de bendición. ¿Qué es un cristiano? Una persona que ha sido bendecida y se ha convertido en alguien que es capaz de bendecir a otros. Si usted es cristiano, ¿para qué ha sido dejado en este mundo? Cristo lo ha dejado en este mundo para que sea una persona cuyo corazón se dirija siempre a Dios en alabanza y agradecimiento en medio de un mundo ingrato, y para que se dirija a los hombres en actos de benevolencia y desinterés en medio de un mundo egoísta. Hacia Dios: alabanza y adoración. Hacia los hombres: bondad y generosidad. Tal debe ser nuestra vida. Que el Señor nos conceda que su gracia actúe en nuestros corazones para producir estos frutos espirituales.
W. T. P. Wolston