Shownotes
Después de Abimelec, se levantó para librar a Israel Tola hijo de Fúa, hijo de Dodo, varón de Isacar, el cual habitaba en Samir en el monte de Efraín. Y juzgó a Israel veintitrés años; y murió, y fue sepultado en Samir. Tras él se levantó Jair galaadita, el cual juzgó a Israel veintidós años. Este tuvo treinta hijos, que cabalgaban sobre treinta asnos; y tenían treinta ciudades… las cuales están en la tierra de Galaad.
(Jueces 10:1-4)
Los jueces de Israel (19) Tola y Jair
Luego de la muerte del perverso Abimelec, Dios, en su misericordia, le otorgó a Israel dos jueces que no se resaltaron por la guerra u otros hitos sobresalientes. ¡Qué descanso debieron ser sus mandatos, uno después del otro, para el pueblo terrenal de Dios! ¿Qué aprendemos de ellos?
«Se levantó para librar a Israel». Sí, esto era vital y necesario. Porque tan pronto como Gedeón murió, Israel se había apartado del Señor e ido en pos de Baal-berit (el señor del pacto). El relato del orgulloso Abimelec muestra cuán desastroso resultó ser esto. Tola significa «gusano», particularmente uno que se utilizaba para teñir la tela de color carmesí o escarlata. ¿No nos recuerda esto a Aquel que dice, proféticamente, en el Salmo 22:6: «Mas yo soy gusano y no hombre. Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo»? Él, Jesús, dio su vida; su sangre fue derramada por nosotros. Tola era hijo de Fúa (adolorido –como una mujer en trabajo de parto), el hijo de Dodo (su amado). Tola juzgó, murió y fue sepultado
El nombre de su sucesor, Jair, significa «Él iluminará». ¿No nos hace pensar en nuestro Señor Jesucristo, «aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre», y que vino a este mundo? (Juan 1:9)? Jair tuvo treinta hijos. Ellos cabalgaban sobre asnos, los animales de los pobres; no en caballos, los cuales siempre se ven relacionados con la guerra; ni en mulas, los corceles de la realeza; ni en camellos, los cargueros capacitados para cruzar el desierto. Estos hijos tuvieron treinta ciudades, «las ciudades de Jair», en la tierra de Galaad, que significa «monte del testimonio». Jair también juzgó tranquilamente, murió, y fue sepultado.
Eugene P. Vedder, Jr.