Shownotes
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor ni de mí, prisionero suyo. Más bien, sé partícipe conmigo de los sufrimientos por el evangelio, según el poder de Dios. Fue Él quien nos salvó y nos llamó con santo llamamiento, no conforme a nuestras obras sino conforme a su propio propósito y gracia.
(2 Timoteo 1:8-9 RVA-2015)
La senda de los fieles en tiempos difíciles
El apóstol Pablo, ya anciano, le escribió a Timoteo, su hijo en la fe, para animarlo en los días difíciles que se avecinaban. Eran tiempos en los que el testimonio público al nombre del Señor Jesucristo se estaba debilitando. Pablo escribió que todos los que estaban en Asia lo habían abandonado. El camino era demasiado estrecho para ellos. El amado apóstol estaba en prisión, y Timoteo se había desanimado y pronto a rendirse. Él se sentía solo. El don que había recibido necesitaba ser reavivado. Sus lágrimas de dolor debido a las condiciones que lo rodeaban eran prueba clara de que su fe era genuina. Timoteo necesitaba ayuda.
¿Alguna vez te has sentido rendido? Quizás en tu mente y en tu corazón han surgido pensamientos como estos: «¿De qué sirve lo que hago? ¡A nadie le importa! ¡Todos buscan lo suyo propio y no lo que es de Cristo Jesús! ¡Me siento completamente solo para realizar todo el trabajo!» Corremos peligro de bajar los brazos y tambalear por nuestras rodillas paralizadas. Pero si este es el caso, yo mismo soy mi peor enemigo y estoy en peligro de desviar a otros del camino (He. 12:12-13).
No es difícil de encontrar la solución a este problema, pero jamás hallaremos la respuesta mirando dentro nuestro. No, el Espíritu dirige nuestros ojos a Dios. Él nos salvó y llamó conforme a su propio propósito y gracia. No lo hizo por algo que vio en nosotros o por lo que pudimos haber hecho, sino por gracia, «la cual nos fue dada en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo». Esto resume el glorioso testimonio del Señor, declarando para quién y por quién hemos sido enviados a este mundo donde Él fue rechazado. Hemos sido enviados para manifestar las excelencias de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Jacob Redekop