Shownotes
Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.
Juan 21:3
Simón Pedro (6) – Su comisión (A)
Poco antes de su crucifixión, el Señor Jesús advirtió a Simón Pedro que lo traicionaría negándolo tres veces. Pero Cristo animó a su fervoroso discípulo diciéndole también que su fe no desfallecería y que, una vez restaurado, fortalecería a sus hermanos (Lc. 22:32 NBLA). Pedro no solo iba a ser restaurado, además iba a ser más útil que nunca en la obra del Señor. ¡Qué maravillosa es la gracia de nuestro Dios!
El primer atisbo de la obra restauradora de Cristo con Pedro lo vemos en la mañana de la resurrección, cuando, junto a la tumba vacía, los ángeles les pidieron a las mujeres que transmitan un mensaje a los discípulos y a Pedro en particular (Mr. 16:7). Al ser individualizado en este mensaje, el discípulo cuyo corazón se encontraba quebrantado y devastado, se sentiría reconfortado al saber que Cristo había pensado en él de manera especial. De igual forma, durante la noche de la resurrección, los discípulos mencionaron que el Señor se le había aparecido a Simón (Lc. 24:34). Jesús había tenido un encuentro privado con él y le había perdonado su pecado de negación.
Tal vez Simón sintió que, aunque ahora estaba perdonado, había perdido su utilidad y su lugar en el servicio. Por eso volvió a su antigua ocupación de pescador, desde donde el Señor lo había llamado anteriormente. En Juan 21, el liderazgo natural de Pedro reaparece cuando otros seis discípulos lo siguieron en esta nueva aventura pesquera. Esta es una lección solemne para todos los que ocupan posiciones de liderazgo en el pueblo de Dios: tienen el poder de influir para bien o para mal. Simón pronto aprendería que Cristo no solo lo había perdonado, sino que también tenía grandes planes para él como apóstol: el Señor iba a confiar sus amadas ovejas al cuidado de su siervo restaurado.
Brian Reynolds