Damos prioridad a otras cosas en nuestra vida que no sean la oración - nuestro combustible para nuestra relación con el Padre - porque no estamos lo suficientemente desesperados por lo que Él podría hacer en nuestras vidas y no sabemos todo lo que nos falta. Cristo murió para darnos acceso al Padre y nada más en el mundo importa más que aprovechar ese acceso a través de la oración. Cuando estemos lo suficientemente desesperados, seguiremos el ejemplo de Jesús para hacer de nuestra relación con el Padre nuestra principal prioridad. Entonces veremos el poder de Dios que viene cuando hacemos esto.