Shownotes
[Jesús] entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. (Lucas 5:3)
EL PROGRESO ESPIRITUAL DE SIMÓN PEDRO
Conducido por su hermano Andrés, Simón ya había ido al Señor Jesús, quien, mirándolo, lo llamó Cefas o Pedro, que significa piedra (Jn. 1:40-42). A pesar de conocer al Señor Jesús de esta forma y ya haberlo recibido en su casa (Lc. 4:38), Simón aún era Simón. Aún no había rendido su vida al Señor de una forma práctica. Sin duda esto es cierto de muchos de nosotros, especialmente si somos jóvenes creyentes que hemos sido criados en una familia cristiana.
Sin embargo, cierto día el Señor le pidió a Simón su barca, e incluso más que eso. La multitud quería escuchar la Palabra de Dios, y Él la predicó sentado en la barca. Repentinamente, el Señor Jesús le dijo a Simón: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar” (v. 4). Podríamos pensar que esto era música para sus oídos, pero él pensó que conocía mejor las circunstancias, así que dijo: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red” (v. 5). ¡Qué contradictorio decir “Maestro” y luego “mas” (o pero). Manifiesta solamente una obediencia parcial. Tan solo lanzó una red, y esta no pudo retener la gran cantidad de peces que atrapó. Nuestro Señor siempre es fiel a sus promesas, mientras que nosotros perdemos una bendición total cuando las limitamos a nuestra exigua medida humana en lugar de abrazarlas por fe.
Luego de esto vemos otra contradicción maravillosa: “Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (v. 8). Sus ojos fueron abiertos y se aferró a Aquel que siente que debe apartarse de Él a causa de su pecado, pero pongamos atención como el Espíritu Santo lo llama Pedro en el momento que él confiesa a Jesús como Señor.
El Señor Jesús no dejó a Simón Pedro; Él lo condujo: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (v. 10). Todo lo que tenía que hacer (y nosotros también) es seguirlo a Él (v. 11).
Simon Attwood