Shownotes
Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
(Marcos 16:15)
La predicación del evangelio y la oposición que suscita
El hombre ha caído bajo el poder de Satanás y se encuentra en un estado de total enemistad con Dios. La cruz es el mayor testimonio de este hecho. «Este es el heredero», dijeron; «venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad» (Mat. 21:38). El hombre ha caído bajo el poder de aquel que ha usurpado el lugar de Dios en este mundo; y es por eso que el hombre se ha levantado contra Dios cada vez que Él ha querido reivindicar sus derechos en este mundo. Esteban dio testimonio de esto, cuando dijo: «Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo» (Hec. 7:51). Faraón, Amalec, los cananeos, todos se opusieron a Jehová en el cumplimiento de sus propósitos para con Israel. Incluso los israelitas se olvidaron de su propio Salvador; y cuando Él les envió profetas, los golpearon, apedrearon y mataron; y cuando envió a su Hijo, ellos lo clavaron a la cruz. Judíos y gentiles se unieron para matar a Jesús, el Hijo de Dios; y allí se manifestó, en toda su plenitud, el carácter de la maldad del hombre.
Por su muerte, Cristo consumó la redención del hombre culpable, la cual es el fundamento de la salvación eterna, así como el terreno para el despliegue de glorias mayores y más elevadas que las vistas en el reino de Israel. Dios resucitó a Jesús de entre los muertos, y lo exaltó a su diestra, y envió al Espíritu Santo para reunir un pueblo para su nombre de entre los judíos y gentiles.
Esta obra se lleva a cabo por medio de la predicación del evangelio. Este evangelio, predicado en el nombre de un Jesús despreciado y rechazado, y en el poder del Espíritu Santo enviado del cielo, se opone a todo lo que hay en el corazón natural del hombre, y suscita la fuerte oposición de Satanás y del hombre. Los instrumentos que Dios utiliza son simples criaturas, pobres y débiles, sin ningún arma carnal para luchar en esta batalla. Sin embargo, se les ha dado un mandato: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio».
A. H. Rule