Shownotes
En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella.
(Jeremías 3:17)
El reino futuro de nuestro Señor Jesucristo
Al leer este versículo, queda perfectamente claro que estas bendiciones nacionales aún no se han cumplido para Israel. Siguen siendo completamente futuras. Lo que sucedió luego de la cautividad de Babilonia fue tan solo el regreso de un simple puñado de judíos junto con unos pocos israelitas rezagados.
Aquí, en cambio, el profeta habla de un estado que sobrepasa todo lo que han conocido, incluso bajo el mandato de sus más excelsos monarcas, y no podemos compararlo con lo que conocemos actualmente, pues no existe ni la más mínima similitud. «En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová». Está claro que esto no tiene que ver con el evangelio. El evangelio no es el trono de Jehová. El trono de Jehová dice relación con el poder gubernamental, en función de su nombre, Jehová, establecido sobre toda la tierra.
Jeremías hace esta promesa, y Zacarías (Zac. 14) también nos muestra muy distintivamente el carácter de aquel trono. El único capacitado para sentarse en él es el Señor Jesús, y tendrá este reino sobre la tierra con Jerusalén como su centro, y todas las naciones como su esfera de influencia. Al mismo tiempo, Él poseerá los cielos, y la nueva Jerusalén será su metrópoli. Será el universo renovado de Dios, es decir, la ciudad celestial y la gloria en lo alto, mientras que la Jerusalén terrenal será el centro de su reinado sobre la tierra.
Es así que vemos que la peculiaridad de aquel tiempo glorioso no serán los cielos solamente para el alma, ni la tierra solo para los hombres en sus cuerpos, sino los cielos y la tierra, ambos juntos, puestos bajo el reinado del Señor Jesús. Él será la Cabeza reconocida de todas las cosas, tanto celestiales como terrenales, y la Iglesia reinará con Él en los cielos, y el pueblo judío será puesto bajo su mando aquí en la tierra. Esto es lo que vemos descrito en estos pasajes. La tierra siempre será el gran tema de la profecía del Antiguo Testamento, mientras que el Nuevo Testamento también nos muestra que los cielos estarán bajo el control de Cristo.
W. Kelly